Sala Blanco es una Galería de Arte emergente que no sólo busca la venta de sus obras, sino que pretende tanto en su sala, como en este sitio crear nuevas instacias de comunicación entre los artistas y el público visitante.
Otras pupilas nacen como larvas bajo la superficie.
¿Qué es lo que ves cuando no puedes usar los ojos, cuando la luz nos abandona?
Es en ese momento de profunda oscuridad cuando hay que tantear, entonces, la geografía de la incertidumbre, deambular por los parajes otros, por los recuerdos otros, por las miradas otras.
Es en esa pequeña pero inagotable incertidumbre ajena donde encontramos la textura de ese Dios rugoso y pétreo que edifica la realidad toda.
Estamos edificados de Dios, embriagados de una divinidad perversa cuya nación se encuentra más allá de la última frontera.
Porque todavía no hemos descubierto esa América que reside en nosotros, todavía estamos tratando de apaciguar los motines que genera toda conquista, los naufragios que preñan a todo océano en celo.
¿Fuimos conquistados alguna vez, o resulta más fácil de creer?
Lo cotidiano parece ser la triste expresión de una córnea fortificada que se ha construido especialmente para enceguecer.
Abramos, entonces, los párpados de la mente, que se abren al ritmo impreciso de los pigmentos pétreos de la incertidumbre; allá abajo, en el subsuelo de la piel que tiembla.
Nosotros mismos somos el subsuelo de otros que viven con la misma indiferencia, como habitantes de un gran edificio espiritual cuyos vecinos no se conocen, cuyas rutinas nunca se encuentran.
Toda seguridad nace de esta incertidumbre, entonces. El reloj se nos ha encarnado y ya abolimos el tiempo absoluto, ahora tenemos un tiempo y espacio que nos pertenece, que huele a nosotros, a nuestra imperfección y que manifiesta que también somos otros.
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